De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
¿Nunca has pensado en crear un frikilibro? Pues yo si.¿Nunca has pensado en saber como se come un moco? Yo tampoco pero he tenido la estúpida idea de hacerlo, haré un manual de cómo utiliza un moco y todos sus secretos.
Con este libro voy a desentrañas los secretos del moco y de todo lo que tenga que ver con él. Seguramete estaras pensando que es una estupides, pero ¿y si se te ha hecho un moco gigante que se ha aderido a la pared nasal y no sale sonandose la nariz? Tendrias que quitartelo de otro modo y el más sencillo y eficaz es muy simple. Y vas a descubrir métodos para sacarte el moco y todo lo que tengas dentro de la nariz.
Un día cualquiera te levantas de la cama, ¡oh no!, la has mojado, pero aparte de eso, habias estado malo el dia anterior. ¿Qué pasa?¿Por qué hago un ruido tan extraño al respirar? Yo tengo las respuestas:
Cuando hayas sacado el moco no lo votes, tiene valiosas propiedades nutritivas. Esta demostrado frikificamente por los mas espertos frikistas de la universidad de la frikipedia. Asi que no lo tires y cómetelo te aliviara el catarro frikista contagiado por ver videos frikis.
URGENTE: se sugiere a los niños menores de 9 años que no vean videos frikis podrian ser contagiados.
Voy a contaros una historia que tiene mucho que ver con los mocos: "El moco vengador"
Se trata de una de esas escenas de la vida únicas, irrepetibles, con su propia huella si lo quieren.
Algún día, en alguna tarde, en algún salón de una oficina de gobierno, en un acto con prensa, justo cuando iniciaba el evento me entretenía placidamente con un piqueteo a mis fosales nasales hasta que, lógico, logré aprehender una de esas cosas que damos por llamar “moco”.
En esas estaba cuando me comenzó a invadir un poco de pena. Sin abandonar al sujeto aprehendido saqué mi dedo índice de la mano derecha y el tal moco me lo traje conmigo para dejarlo un poco expuesto al aire.
El evento seguía y yo, mientras, con una mano sostenía la grabadora con la que captaba el audio y, con la otra, como ya lo he dicho, mantenía la masa mucosa, haciéndola bolita para, en un momento adecuado, desprenderme con elegancia y simpatía de ella, aunque no sé si también con un poco de tristeza.
Pero metiches que no han de faltar, mientras pensaba en la mejor forma de deshacerme del moco se me acerca una compañera periodista y, sin miramientos, y sin siquiera verme, menos a mi moco, apresurada me pide que sostenga por un momento su grabadora y justo procura ponerla en mi mano derecha, habitada en uno de sus dedos (o tal vez dos) por el gracioso ser del que ya les he hablado.
Como pude, en un pase magistral, logré pasar el moco a la mano izquierda para enseguida sostener la grabadora de la periodista. ¡Me salvé, y también a mi moco!
Apenas gozaba de este inicio de gloria cuando, quién lo puede predecir, desde el otro lado del salón se deja venir un viejo amigo a saludarme. Eran más rápidos sus pasos que mi manera de pensar para saber cómo putas lo podría saludar sin comprometer mi querido moco que, para entonces, espero lo comprendan, ya comenzaba a formar parte importante de mi historia en ese día.
En otra jugada maestra, logré ponerme una grabadora en cada mano (cuidando en todo momento a mi amiguis) y, con ese pretexto, pude recibir el saludo en la muñeca del lado derecho, no sin una dosis de comprensión y, seguro, de buen pensamiento de parte de mi cuate hacia mi persona, quien sin duda pensó: “’¡Qué trabajador es este cabrón!”.
Volví a colocar las dos grabadoras en mi mano izquierda y, con la derecha, comencé nuevamente a consentir a mi moco. Para entonces me era trascendente su existencia y si habría de perderlo tendría que ser de una forma honrosa para él y para mí.
No sé cómo me dejo llevar por la pendejez (tal vez por los discursos dormilones que se daban en el evento) que una grabadora la coloco en mi mano derecha y en un descuido hago que se pegue el moco en el cuerpo del aparato de colores plata y negro.
Era la grabadora de la reportera, lo que me pareció sensato que se embarrara un algo de moco. Pero con lo que no contaba era que justo en ese preciso instante la chica me pide lo que me encargó y, otra vez sin verme y como parte de su actuar acostumbrado, prácticamente me lo arrebata con todo y moco.
“’¿Y ahora cómo rescato a mi amigo? Ah no, este no se puede ir así nomás como así”, y con este pensamiento me entró una preocupación seria que ameritaba toda mi energía.
-- Oye, un favor, ¿podrías ahora tú detenerme un segundo mi grabadora? Sólo un segundo –y en otro estupendo lance, tras hacerme güey dizque amarrándome una agujeta, pedí mi grabadora pero ahora, como ella, arrebatando la otra, la suya, en una bien planeada confusión, hasta que logré ubicar a mi moco y rescatarlo de la posible furia de una extraña.
-- Perdón, perdón, es la tuya (“lo tengo, ahuevo que lo tengo”, sonreía mientras sentía la materia mucosita jugueteando otra vez entre mis dedos), esta es la mía, gracias, mil gracias.
Y la otra, tan babalucas: “no, de nada, de nada”.
Bueno, ya, era mucho estar pasando con mi moco ahí. El evento iba ya para la media hora y yo resolviendo pendejada y media con este amigo. Ahora comenzaba a pensar en qué parte depositarlo, algo que resultara heróico y glorioso para ambos.
Y como suele suceder, mientras mis ojos recorrían el salón para ir pensando qué hacer con mi moco, dónde dejarlo y cómo comenzar a recordarlo, se cruza por mi mirada un pendejo de esos bien modositos (“cosita linda”, pensé), de los que sabes que existen, te resultan absolutamente insípidos y, no obstante, te logran dar grandes ideas en momentos como en el que me encontraba.
“Mira nada más, querido moco, se me hace que esta tarde, y no sé hasta cuándo, viajarás en un saco Hugo Boss, con aromas que, si no me falla el olfato, son provistos por un tal Ralph Laurent. ¿Cómo ves querido moco, qué mejor manera de terminar con esto no?”, me cae, creánmelo que eso le pregunté, claro, en voz muy pero muy baja.
Hice lo necesario para colocarme cerca del cuerpo-vehículo que se llevaría mi moco. Lo demás fue sumamente fácil: puse a rodar una moneda de cinco varos de tal modo que se detuviera atrás del individuo. Por supuesto que cuidé que sonara la caída de la moneda, pues cuando se trata de dinero todo mundo pone atención y espera que, a huevo, sea la suya.
De inmediato me agaché antes que otros para levantarla y, tras incorporarme, muy como si nada, sabedor de que sería el héroe junto con mi amigo de esta peliculilla, ágil y veloz me disponía a tocar la espalda de quien les he hablado, cuidando que lo que traía entre mis dedos quedara, incólume, en alguna de sus hombreras.
Pero no fue necesario. Pasó algo mejor. El modosito volteó antes que yo alcanzara su espalda para dizque decirle que se le había caído una moneda y, reconociéndome, jubiloso se acercó de más. Político que era, acudió a abrazarme y darme las clásicas tres palmadas acompañadas de un “mi hermano, ¿qué gusto, cómo andas?”
Antes que pudiera responder verbalmente, fui vehemente con mis respectivas palmadas a la contraparte. Una de ellas, no sé cuál, iba cargada con un pequeño misil que se confundiría con el color oscuro del traje.
Era tanta mi emoción que no atiné a decirle mucho. Medio balbucee algo, la vida de mi moco me pasó en un segundo y sólo me aseguré que, en efecto, ya no estuviera conmigo.
Desee buena suerte a ambos seres. Mucha más al que, a partir de ese momento, podría comenzar un largo viaje
Benito Camela director jefe de mantenimiento nazal de la universidad de Frikston, ha hecho un hallazgo importante en la higiene nazal.
Ha encontrado junto a la científica Carmita Jinaste un moco ano-rmal. Todo sucedio mientras en la consulta rutinaria de la dr. Carmita Jinaste un paciente se quejaba de tener dolores en la punta de la pared nasal izq. La Dr miró en el interior y encontró un moco gigante, entonces llamó a Benito Camela para que le aprobase una cirujía exploratoria para poder sacarle esa cosa de la nariz.
La sacaron y se dieron cuenta de la mierda que tenia en la nariz, pero para asegurarse de que era mierda, analizaron su interior.
Encontraron algo poco común el hombre fabricaba moco medicinal. El moco extraido del sujeto contenía altos niveles de nutrientes y minerales necesarios para la vida. Desde aquel momento el hombre fue llamado Mr. Mococinal y se declaró patrimonio de la nación y anualmente va a la consulta de la Dr Carmita Jinaste para que le saque el moco medicinal acumulado durante el año.
Lo extraordinario que tienen los mocos ¿verdad?
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